
El primer Eiswein (término reservado a los vinos producidos en Alemania y Austria) de que se tiene conocimiento apareció en 1794 en Franconia, al norte de Baviera – Alemania, cuando vitivinicultores de esa región elaboraron un vino de uvas parcialmente congeladas por una inesperada helada; obteniendo un vino de lenta fermentación, denso, sabroso, lleno de notas frutales, muy dulce, de acidez intensa y con aroma suavemente almendrado. Posteriormente, la tradición se extendió a otras zonas de Alemania y Europa; haciendo que muchos vinicultores dedicaran sus esfuerzos a la elaboración de este difícil vino.

Los mejores Eiswein proceden de la región del Rhin, donde las mejores añadas que se recuerdan fueron las de: 1950, 1961, 1965, 1966, 1983, 1985 y 1991. En Austria la región de Neusiedlersee es la más especializada y produjo cosechas excelentes en: 1991, 1995 y 1998. En Francia, se les conoce como: Vin de Glaciar y sus cosechas doradas fueron en: 1846 y 1880.
Los vinos de hielo elaborados en Centroeuropa provienen de las variedades riesling y gewürztraminer fundamentalmente, aunque también son utilizadas otras como: vidal, chenin blanc, grüner veltliner, pinot blanc, chardonnay, sémillon, e incluso gamay y merlot. Cruzando el océano la uva riesling y la híbrida vidal son las variedades preferidas por los vinicultores canadienses, aunque también usen Gewürztraminer y Cabernet Franc.
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Todavía hoy, realizar esta clase de vinos es una empresa arriesgada, costosa y con total dependencia de los azares climáticos. De allí que estos vinos sean, casi rarezas, bastante caras.

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